¿Por qué mi primer disco duro se llama C: y no A: ?

Esta pregunta puede parecer evidente para aquellos que llevamos en esto de la informática varias décadas, pero para aquellos otros que son recién llegados, no es tan evidente.

Todo se remonta a la época de los primeros PCs, cuando estos salían al mercado con unidad de disco flexible, los llamados disquetes. Aquellos primeros equipos ¡carecían de disco duro!

Estos “primitivos” PCs cargaban el sistema operativo desde un disquete, que era la unidad A: , y los modelos más avanzados incluso contaban con una segunda unidad de disquete, llamada B: .

Con el paso de tiempo, los PCs fueron incluyendo los discos duros en sus configuraciones y, por continuación, se les asigno a estos la letra C: , dejando todavía reservadas A: y B: de forma exclusiva para las unidades de disquete.

Más tarde, con la llegada del CD-ROM llegó también la “extinción” de los disquetes, ya que estos últimos, ahora que existían los discos duros, eran utilizados principalmente para tareas de instalación. Los CD-ROM permitían hacer eso mismo, de forma más rápida, pero además disponían de una capacidad de almacenamiento inalcanzable para los disquetes.

En fin, lo dicho, los disquetes se habían extinguido.

Entonces, ¿por qué ahora, que ya no existen los disquetes, no se nombran los discos duros a partir de la letra A: ? Pues sencillamente: por motivos de compatibilidad.

Muchas aplicaciones adoptaron desde el inicio la letra C: como la unidad de disco duro e instalación del sistema operativo, y un cambio drástico habría supuesto en su momento muchos quebraderos de cabeza, incompatibilidades y bugs.

Una historia más que sabida por los que son de mi quinta… 🙂